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No he dejado la cámara desde la primera vez que la cogí, a los cinco años. Mi padre compró una MiniDV para grabar viajes en familia. No imaginaba que quien se apropiaría de esa cámara y nunca la soltaría (y no, precisamente, para viajes) sería yo. Todavía funciona y la llevo conmigo.
En 2019 realicé el Máster de Dirección de Arte en ESCAC, donde colaboré como directora de arte en distintos cortometrajes y trabajé como asistente de arte en spots publicitarios.
Enseguida empecé a escribir y rodar mis propias historias y el guion de cortometraje Quan soparem ja s’haurà fet tard fue uno de los escogidos en Acció Curts 2019. En él reflexionaba sobre la memoria democrática y cómo los niños de la posguerra vivieron las heridas de un enfrentamiento armado sin haber visto nunca sus balas.
A partir de entonces, me involucré en el trabajo de la asociación Dones Visuals, con el objetivo de ayudar a revertir la situación de desigualdad histórica existente en el sector audiovisual.
En 2020, se me otorgó la beca para estudiar el Máster en Dirección en ESCAC, donde realicé piezas audiovisuales de distinta índole: desde cortometrajes más narrativos a pequeños ensayos experimentales.
El cortometraje Antes de llegar (2021), sirvió como ejercicio para la construcción de Donde van las nubes, mi primer proyecto de largometraje. Pretendía reflexionar sobre qué marca una ruptura y cuando las dinámicas se convierten en abuso psicológico de uno a otro.
Con el proyecto de largometraje Donde van las nubes, entonces con otro nombre, fui admitida en Elías Querejeta Zine Eskola a finales de 2021. Ahí desarrollé el guion junto al acompañamiento de Carla Simón y posteriormente Michel Gaztambide. Se sigue con interés el desarrollo de la película y contará con el equipamiento técnico (material de rodaje, revelado y digitalización), propiedad de EQZE, que pueda ser necesario para la producción.
Además de la escritura de Donde van las nubes, durante 2022 también desarrollé otras piezas.
Cómo crece la encina (2022), cortometraje en 16mm, es un ensayo sobre la muerte, la tangibilidad, el crecimiento y el paso del tiempo. Cinco años después de la muerte de mi abuela, me dirijo al lugar donde la enterramos, para sustituir el árbol muerto por uno vivo. Ese árbol también morirá. En una investigación sobre el propio recuerdo, se recorren los espacios y objetos que ya no tienen dueño, hasta deshacerse de una memoria que, más que memoria, es una construcción a partir de la nostalgia.
Actualmente, y siguiendo el hilo anterior, trabajo una pieza documental, rodada en digital, sobre la acción de vaciar un piso después del fallecimiento de quien lo habitaba. Inventario (2023) va sobre cómo disgregamos el recuerdo del lugar en el momento en el que entra un componente práctico y el propio tiempo de duelo.