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Oculta e impecables, segunda parte de “Las Sinsombrero”, sigue dando luz a la vida y obra de aquellas artistas e intelectuales, que pertenecen por derecho propio a la generación del 27, pero que la Historia jamás ha reivindicado, sumergiéndolas en un doloroso olvido.
En 1939, con el triunfo del fascismo y la instauración de la dictadura franquista, muchos de los que lucharon por la libertad emprendieron el camino al exilio. Pero otros muchos, fuera por la razón que fuera, decidieron quedarse.
Las artistas que permanecieron en España durante la dictadura, muchas de ellas protagonistas emblemáticas del rico panorama artístico y cultural de los felices veinte y de la Segunda República, se vieron obligadas a sacrificar el espíritu transgresor que las había caracterizado, para adaptarse a la nueva feminidad, sumisa, devota e impecable, que impusieron los vencedores. La mayoría de ellas combatió el retroceso en sus derechos y libertades desde un desgarrador exilio interior y desde la discreción. Sin embargo, esta situación no les impidió seguir creando y evolucionando como autoras.
La llegada de la democracia no sacó a la luz su legado. La ocultación vivida durante los años del franquismo no iba a desembocar en una salida a la luz en democracia, sino en la consolidación del olvido de nuestras más importantes artistas e intelectuales. Sus nombres, al igual que las de sus compañeras que partieron al exilio, no fueron integrados en ningún nuevo relato memorístico, constituyéndose así una historia fragmentada, una memoria incompleta.
Elena Fortún, Delhy Tejero, Ángeles Santos, Lucía Sánchez Saornil, Margarita Manso, Carmen Conde y Consuelo Berges, todas ellas artistas necesarias, todas ellas mujeres Sinsombrero.