Dona suport econòmic al projecte de Dones Visuals
6 de Julio del 2013, unos jóvenes de la localidad de Pamplona esconden su identidad con unos gorros y unas barbas postizas, y se cuelan por los tejados de los edificios situados a los dos laterales del ayuntamiento de la capital. Pocos segundos antes de que comience el chupinazo de la fiesta de los Sanfermines (suceso al que acuden miles de personas y es retransmitido internacionalmente), cuelgan una ikurriña gigante delante de la fachada del ayuntamiento. Al mismo tiempo, un grupo de jóvenes intentan acceder a la plaza con otra ikurriña de tamaño medio por una de las calles que van a parar allí, teniendo un encontronazo con la policía. Los dos sucesos se realizan a modo de respuesta a la ley impuesta por el gobierno por la cual se prohíbe la ikurriña (la bandera vasca) en cualquier ayuntamiento de Navarra. Desde el ayuntamiento se deciden atrasar el chupinazo hasta que consigan quitar la bandera de la fachada, acción que consiguen lograr unos veinte minutos más tarde. Desde el Gobierno y desde los medios de comunicación acusan al pueblo vasco de sabotaje a la fiesta y de querer imponer su cultura y símbolos.
Mikel Valdivieso, uno de los cinco arrantzales (pescadores) implicados en la colocación de la bandera, se manifiesta y argumenta sobre las verdaderas razones democráticas que les llevaron a realizar esta acción (como personas individuales, no pertenecientes a ningún partido político); razones que el mismo Gobierno ya conoce.