Dona suport econòmic al projecte de Dones Visuals
Apuntes sobre liderazgos e inteligencia colectiva
Este año nos gustaría compartir algunos de los aprendizajes que tenemos la suerte de hacer por el hecho de estar en contacto constante, directo y honesto con redes de mujeres, en entornos que apuestan por el intercambio de ideas y conocimientos.
Damos espacio a este deseo con un primer artículo sobre algunas de las experiencias que nos trasladó Mariana G. Roberts, gestora, directora y maestra de teatro, que nos habló de liderazgos y participación en un colectivo feminista, en la pasada edición de Generamma, Festival de Cine Realizado por Mujeres, organizado por AAMMA, Asociación Andaluza de Mujeres de los medios Audiovisuales, en Chiclana, Cádiz.
Lo que podía parecer una sesión de técnicas o recomendaciones, fue en realidad una oportunidad para desactivar algunas de las creencias que a veces nos dejan sin fuerza o estima para enfrentarnos a situaciones de conflicto o donde el liderazgo es importante. Mariana nos fue dando pistas –claras y compartidas– de cómo nuestros cuerpos acogen esas ideas con incomodidad, pero a la vez con esa capacidad de sacrificio que se nos atribuye.
Hay que tener en cuenta que las notas que tomamos de esta sesión no se dirigen al sector audiovisual en concreto, si no que son aplicables a muchas situaciones y ámbitos, incluido el personal. Por otro lado, lo que aquí resumimos son los aprendizajes de las que pudimos asistir a su charla, en ningún caso reflejamos los conocimientos amplios de Mariana o el contenido total de su charla. Finalmente, queríamos clarificar que estos apuntes no son una fórmula ni una receta, que no hay soluciones mágicas, pero sí alguna que otra baldosa amarilla para encontrar el camino de regreso a una misma.
Estos son algunos de los conceptos que consiguieron desarmarnos y relajarnos en nuestra propia piel:
LUGARES COMUNES: ACEPTACIÓN, HIPERVIGILANCIA Y GENIALIDAD
- Somos cuerpos en países extranjeros, cuando entramos en el mundo profesional. Muchas de nosotras somos la primera generación de las mujeres de nuestra familia ocupando ese territorio. Es una cultura ajena, que el patriarcado tenía reservada para los hombres. La psicología de la migración no solo puede ayudar a las compañeras que viven una situación física de migración, sino a todas las mujeres que habitan un territorio conquistado, ideado y regentado por hombres. Hay una reacción parecida a ese malestar, a ese no estar nunca en el lugar adecuado, no ser aceptada, no encontrar iguales. Mariana llevaba años trabajando con mujeres creadoras en Argentina cuando tuvo la experiencia de su migración a España. Estudiando sus sensaciones y emociones como migrante comenzó a ver las coincidencias. De esa observación salió su estudio de la Psicología de la Migración y el estudio comparativo con experiencias psicoemocionales de mujeres en el mundo del trabajo productivo.
- La hipervigilancia es una respuesta al trauma que se ha generado en un contexto de discriminación constante y sistemática, que suele estar estrechamente relacionada con la hiperexigencia. La hipervigilancia se define como un estado de mayor sensibilidad sensorial, acompañado de una exageración en la intensidad de conductas cuyo objetivo primordial es detectar amenazas. El gasto energético que supone suele afectar de manera negativa al humor de la persona.

Hipervigilancia como ese gesto constante por ver qué pasa a nuestro alrededor, quién nos mira y cómo, buscar la aprobación, la ratificación, el gesto que nos diga que sí, que estamos en el lugar correcto haciendo lo correcto, como forma de calmar la sensación de amenaza, de examen perpetuo. A este estado de hipervigilancia se suma la conciencia de no tener permiso social para ser “histérica” o “hipersensible” porque eso valida los prejuicios de género. De modo que perfeccionamos estrategias para que “no se note”. Lo que genera un gran agotamiento psicoemocional. La validación externa elevada a mil. Es habitual, pero no debemos normalizarlo.
- La idea de la genialidad, la idea del éxito, es una idea patriarcal. Y está conectada a la visión occidental de exaltación de la individualidad. Algo complejo de entender en otras culturas del mundo. El genio individual, el de la inteligencia individual que supera la media y hay que venerar, es una construcción cultural. Hemos aceptado el paradigma del genio con todo lo que comporta para nuestra salud física, mental y relacional. Conocer y desarrollar cualquiera de las herramientas de generación de inteligencia colectiva que se están desarrollando actualmente nos permitirá salir de la prisión de la narrativa del “Genio”. Sobre todo en colectivos feministas se hace necesario desarrollar el Cociente Intelectual grupal y fomentar la inteligencia colectiva para optimizar el pensamiento en grupo y disminuir los sesgos cognitivos individuales. Lo que debemos cultivar y lo que nos define mucho más que el genio individual es la inteligencia colectiva. Ese es el espacio donde tenemos más posibilidades de ser nosotras mismas.
LIDERAZGOS (EN PLURAL)
- El liderazgo implica visibilidad y eso implica arriesgarse. Debemos cuidar a las personas que asumen los roles de liderazgo, porque la exposición que les requiere es constante y ello comporta un importante riesgo.
- No solo hay un liderazgo. Hay distintos tipos de liderazgos, más o menos visibles, y todos tienen su lugar.
- No podemos liderar si antes no nos autolideramos. Autoliderazgo es la habilidad de influenciar con intención nuestros propios pensamientos, emociones y comportamientos para alcanzar nuestros objetivos. De esta definición se extrae que, para poder autoliderarnos, tenemos que observar y conocer mejor los pensamientos, emociones y comportamientos que no son conscientes sino automáticos. Reconocer cómo y cuándo se activan solos y establecer prácticas que los desactiven. Para autoliderarnos es esencial entrenar la auto-observación y ampliar el registro de las cosas que nos afectan especialmente y cómo lo hacen. Los conflictos que nos interpelan deben ser resueltos. Cuando nos decimos “a mi no me afecta”, “no te lo tomes personalmente”, estamos esquivando el conflicto con nosotras mismas. Al miedo, coraje.

LO QUE EL SISTEMA NERVIOSO DIGA
- No es posible que algo no te afecte, somos órganos sensoriales. Si te dices o te dicen: “No pasa nada”, sí pasa. El sistema nervioso está permanentemente recibiendo inputs desde el exterior y el interior del cuerpo. Y todo input genera una química. No es posible que lo que nos rodea no nos afecte. Es una ilusión. Lo que sí podemos hacer es detectar cómo nos afecta y observar si es congruente con lo que está sucediendo o es una hiperactivación. Si lo que oyes es “No me voy a meter en ese lío”, seguramente ese es el lío donde debes meterte. Pero, en lugar de ir directo hacia la situación explora primero cómo quieres opinar y hasta qué exposición puedes tolerar en este momento. Cuando te escuches diciendo en tu cabeza este tipo de frases úsala como anclaje para pararte a observar por qué nos está afectando esa situación y cómo queremos intervenir. Si no siento, no hay participación.
- Debemos escuchar las reacciones de nuestro sistema nervioso. Ante una situación de conflicto con alguna compañera, nuestro sistema nervioso puede reaccionar de tres formas: lucha, huída o congelación. Cuando nos encontramos en alguna de estas respuestas, no nos es posible sentir. Hay que dejar espacio a las reacciones del sistema antes de responder a ese conflicto, para poder sentir qué es lo que nos está pasando.
- El sistema nervioso se coregula con las personas que nos rodean. Si tenemos a alguien muy nerviosa a nuestro lado, se nos acabará pegando. Debemos aprender a autoregularnos porque no podemos modificar el entorno constantemente. Darnos cuenta de cuándo detonamos –ese momento en qué la parte primitiva de nuestro cerebro, la amígdala, se activa–, y hacernos preguntas al respecto. ¿Esa persona que me molesta me recuerda a alguien? ¿Qué detonantes reaccionan en mí como lucha, huida o congelación?
- Hay maneras de aprender a autoregularse, como el recableado. Cuando detonamos, lo primero que debemos conseguir antes de intentar resolver el conflicto es calmarnos, si es necesario, poner un espacio físico entre el conflicto y nosotras. Cuanto más practiquemos el recableado, menos espacio físico vamos a necesitar. En medio de una reunión podemos pedir salir un momento y hacer un proceso para calmar nuestro sistema nervioso (por ejemplo, sentir los pies en la tierra, mover los brazos como si nos sacaramos gotitas de la punta de los dedos y sentir que soltamos esa reacción inmediata al conflicto, también poner una mano en el costado izquierdo y la otra en el brazo derecho para entrar en calma, y finalmente respirar antes de volver a entrar). Desde la tranquilidad, podemos iniciar el proceso para resolver el conflicto desde otro lugar que no es ni la huída, ni la lucha, ni la congelación. Detonamos, nos calmamos, resolvemos. Es importante aclarar que calmar el sistema nervioso no es “controlar las emociones”. No hay una dinámica de opresión interna. Sino la presencia para que toda nuestra química deje de dar señales de estrés.
- Para resolver una situación hay que ser honestas con nosotras mismas y claras con las otras. La honestidad con nosotras mismas es una comunicación interna. La claridad con nuestras compañeras es una comunicación hacia fuera. Este es un compromiso que debemos hacernos, primero honestidad (proceso interior), después claridad (proceso exterior).
- Entender que no tenemos que hacerlo todo nosotras, podemos delegar, pedir ayuda, apoyo. Un ejemplo físico de cómo ayudar al sistema nervioso a entender esto es poner los pies en el suelo, y hacer consciente que la planta toca el suelo, dejar que el peso repose allí, esto le dice a nuestro sistema nervioso que no nos estamos sosteniendo solas, la tierra nos sostiene.

LA PARTICIPACIÓN ES UN MÚSCULO
- Los liderazgos que se llevan a cabo son indisociables de la participación. No son dos temas que se puedan tratar de forma separada, sino que van entrelazados y uno afecta al otro, y viceversa. Un cierto tipo de liderazgo activará un cierto tipo de participación. Cuando se analiza la falta de participación, por ejemplo, es importante, en el mismo eje, analizar las formas de liderazgo habituales en la organización o colectivo. El liderazgo no es un rol que ocupamos, es una habilidad que necesita ser entrenada y estudiada.
- La participación necesita tiempo, porque estamos desentrenadas. El estudio del patriarcado no puede desvincularse del estudio del impacto colonial. Los cientos de años de colonialismo han creado un paradigma relacional basado en la jerarquía y el abuso sobre otros seres humanos y no humanos. En ese sistema de dominación la participación se reduce a obedecer con una mayor o menor calidad. Y los castigos por intentar participar desde un sitio disidente han sido castigados de forma ejemplar. Las democracias que se han formado desde este paradigma son nominales pero no reales. No todas las personas tienen el mismo derecho a tener una voz digna de ser oída. En ese país extranjero que el patriarcado ha creado, donde durante mucho tiempo nos ha tocado residir, la participación no existía. La participación es un músculo y necesita de entrenamiento. Si queremos generar nuevas prácticas de participación es necesario que nos preparemos para tener que volver a intentar cientos de veces. Necesitamos saber que no saldrá a la primera, ni a la décima. Estamos hablando de remover prácticas que están profundamente internalizadas en nuestra cultura. La buena voluntad no bastará. Será necesario crear espacios permanentes, y dedicar tiempo y constancia. Y, por otro lado, vamos a necesitar autoentrenar nuestra participación. Atravesar el miedo al castigo social, a la vergüenza, al conflicto, a las críticas. Sin negarlo. Reconociendo el miedo paralizante que nos susurra “Mejor no digas nada”. Y saber que cada vez que hacemos ese autoentrenamiento interno de hacernos visibles, cada vez que nos animamos a levantar la mano o dar una opinión estamos revirtiendo el silencio que este paradigma ha impuesto a quienes no tienen rango. Porque la dominación no es propiedad de un género. Ojalá fuese así, sería más fácil de cambiar. Es una cultura vincular aprendida e internalizada. Lo íntimo es político. Tus conversaciones internas son políticas. La voz que susurra dentro de tu cabeza: “para qué te vas a exponer” es política. Y es justamente esa cultura que dice “Tu voz no es importante” la que estamos empeñadas en cambiar.
Esperamos que estos apuntes os sirvan para empezar a reflexionar sobre cómo nos relacionamos entre nosotras, cuáles son los posibles motivos de nuestras reacciones y cómo podemos desactivar esas creencias falsas, dando espacio para activar unos liderazgos que tengan todo el potencial de la inteligencia colectiva. Nuestro agradecimiento a las compañeras de AAMMA por invitarnos a Generamma, a Oliva Acosta por compartir este viaje y aprendizaje, y a Mariana en especial por su generosidad, conocimientos y el tiempo que nos ha dedicado revisando y enriqueciendo este artículo.
Si queréis ampliar más sobre el tema, os invitamos a leer el artículo que ha preparado Oliva Acosta sobre la sesión.
Como solemos decir en Dones Visuals, “juntes som més fortes”. 🙂
